¿Te has fijado que, en idioma español, cada vez que hablamos de algo en relación a la tierra, usamos el prefijo GEO? Geo-grafía, Geo-logía, Geo-glifos… Siempre me pareció extraño, porque Tierra tiene una connotación más femenina, pero "Geo" me resonaba más masculino. En otros idiomas hay palabras mucho más neutrales para referirse a estos conceptos (sin un “género” específico), pero para mí, en español, hacía más sentido Gea.
Gea (o Gaia) en griego, sí significa tierra; sin embargo, refiere a la “Madre Tierra”, esa divinidad primordial que representaba la fuerza creadora y fértil que da origen y sostén a la vida, al cuidado y la interconexión de todo lo vivo; una consciencia que se refleja en todos los seres del planeta mediante los principios de nutrición y raíz profunda. Estas cualidades refieren más a un principio femenino, pero realmente es una energía que nos convoca e influye a todos. Porque todos podemos ser creadores, fértiles, sostenedores, cuidadores, nutridores… y todos estamos en interrelación con el entorno.
Ahora bien, la consciencia convoca diferentes definiciones. En particular, me gusta la diferencia que se hace en inglés entre awareness y consciousness; la primera, refiere a la capacidad de percibir o darse cuenta de algo, de atender a detalles, reaccionar, o entender (el "contenido" de la experiencia), mientras que la segunda implica un estado más amplio sobre la propia existencia y la subjetividad, es el estar despierto (la “capacidad” de tener la experiencia).
En psicología, la autoconciencia pasa por reconocer emociones, sensaciones, pensamientos y una relación con la propia historia, y esa consciencia se amplía cuando comprendemos nuestro vínculo con los demás y el entorno. Para el trabajo terapéutico, la toma de conciencia es fundamental porque gran parte de lo que sentimos, pensamos y hacemos está guiado por huellas internas que no siempre vemos con claridad, llevándonos a repetir patrones o limitaciones que complican nuestras posibilidades de vivir con mayor libertad y coherencia. Cuando nos hacemos conscientes de esas dinámicas, nos comprendemos mejor y abordamos las situaciones de manera diferente, se abren nuevas posibilidades de ser y hacer, más coherentes con quienes somos y la manera en que buscamos habitar la vida. Y todo ello, en el marco de un vínculo terapéutico o una comunidad que permite sostener esa experiencia de auto-comprensión, que la nutre, que acompaña a crear.
Hoy la palabra consciencia se usa con frecuencia en el lenguaje espiritual, asociada al llamado 'despertar de consciencia' o 'despertar espiritual'. Para algunos, este término genera incomodidad o una asociación con algo "hippie"; para otros, tiene un valor profundo e invita a una búsqueda de propósito, sentido y transformación personal. Realmente, es importante ir más allá; ya sea desde la ciencia o desde la espiritualidad, la consciencia remite a un núcleo común: activar o ampliar la conexión y la comprensión sobre nosotros mismos y el mundo, con presencia y autenticidad.
Entonces, ¿cómo se unen Gea y Consciencia en esta propuesta? Gea nos recuerda la raíz: la naturaleza interna y externa que, en su interrelación, sostienen nuestra vida. La Consciencia permite mirarnos con claridad y elegir caminos más coherentes con lo que somos y con las situaciones que la vida nos presenta. En su encuentro, ambas invitan a integrar lo profundo con lo sutil, lo tangible con lo interior; o, dicho de otra manera, la psicología y el cuerpo con la naturaleza y lo energético.
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